domingo, 22 de septiembre de 2013

HISTORICISMO Y VITALISMO

Bajo la denominación de <<vitalismo>> suele comprenderse un conjunto de filósofos cuya reflexión gira en torno al tema de la vida, como Friedrich Nietzsche, W. Dilthey, J. Ortega y Gasset y H. Bergson. La agrupación de todos estos autores -y otros menos significativos- bajo la misma denominación no deja de prestarse a ambigüedades. En efecto, el término <<vitalismo>> puede hacer referencia a dos conceptos distintos de <<vida>>: la vida en sentido biológico, es decir, como existencia humana vivida. Este último concepto de vida se halla en relación esencial con el concepto de <<vivencia>>.
De los cuatro filósofos vitalistas arriba citados, W. Dilthey centró su reflexión en la vida entendida del segundo modo. Ortega y Gasset se ocupó de la vida en ambos sentidos, si bien cabe afirmar que en sus primeras obras (por ejemplo, El tema de nuestro tiempo) se ocupó más de la vida biológicamente entendida, mientras que en su producción posterior prestó una atención preferente a la vida humana, en un sentido muy próximo al de Dilthey. En el caso de Nietzsche, el concepto de vida es biológico-cultural y abarca, por tanto, ambas dimensiones, el impulso y la vivencia. El vitalismo de Bergson, en fin, formula el concepto de vida como impulso vital universal que se expande evolutiva y ascendentalmente en lucha contra el peso retardatario de la materia. El vitalismo, en Bergson, deviene evolucionismo, o bien, el evolucionismo se explica desde una perspectiva vitalista universal.
El enunciado de lo escrito se refiere, por lo demás, a Vitalismo e Historicismo. En el caso del concepto de vida que hemos denominado <<biográfico>> (la vida como existencia vivida) la conexión entre Vitalismo e Historicismo es esencial. En efecto, la vida humana es, por naturaleza, temporal y temporales son las realizaciones humanas, individuales y colectivas. De ahí que la Historicidad sea rasgo esencial de las realizaciones culturales, y éstas, por tanto, no puedan ser comprendidas ni interpretadas adecuadamente a no ser desde la perspectiva histórica. Dilthey y Ortega, en consecuencia, pueden ser considerados, en cierto sentido, como historicistas. Puede decirse que la filosofía moderna, en líneas generales, se va constituyendo, de una parte, frente a la concepción del mundo que tuvo la Edad Media y especialmente frente a aquella determinada Metafísica que subyacía y fundaba teóricamente esa concepción; y de otra parte, en una estrecha relación con el nacimiento y desarrollo de la ciencia. El hilo conductor que la filosofía moderna sigue en su constitución en el doble frente señalado es "el análisis de la razón" con el fin de fundar "filosóficamente" las ciencias, emitir un juicio fundado sobre las grandes cuestiones que se imponen al hombre (Metafísica) y alcanzar un conocimiento de esta "razón" y de su naturaleza.
En este proceso de la filosofía moderna, la obra de Kant vino a representar un peculiar modo de afrontar estas cuestiones. Se ocupó -y lo señalamos en la medida en que ahora nos interesa- de una fundamentación de las ciencias de la naturaleza, mediante un "análisis de la razón" (Crítica) considerada según una estructura a priori. Por otra parte, el desarrollo de las ciencias naturales siguió su proceso creciente, incrementándose la reducción del saber filosófico a la experiencia natural.
Bien es verdad que la filosofía de Hegel había venido a potenciar la importancia de la dimensión histórica de la razón. Pero la interpretación hegeliana de la razón vino a considerar a ésta, en último término (y en cualquier caso así fue Hegel entendido), como una "razón lógica", como "idea". De modo que el descubrimiento y tematización de la dimensión histórica de la razón, y también de todas las ciencias del Espíritu, acabaron extremadamente "logicizadas", con lo que se vino a desconocer el carácter propio de estas ciencias del espíritu, con el consiguiente riesgo -muy real, por lo demás- de que la explicación de su naturaleza fuese llevada a cabo desde las ciencias de la Naturaleza, y lo "espiritual" fuese entendido como una mera expresión de lo "natural". Pues bien, el problema con el que se encuentra Dilthey es el de la necesidad de llevar a cabo una clara distinción entre las Ciencias de la Naturaleza y las Ciencias del Espíritu, y establecer fundadamente el método genuino de estas últimas así como su "naturaleza". Las ciencias del Espíritu tienen por objeto el hombre en la totalidad de sus manifestaciones y expresiones culturales; manifestaciones que, como el hombre mismo, tienen un carácter histórico. El problema de Dilthey va a ser, pues, cómo llevar a cabo una fundada comprensión de la vida humana histórica y de las ciencias del espíritu. "El conocimiento de la realidad histórico-social -escribe Dilthey-, se lleva a cabo en las ciencias particulares del espíritu. Pero éstas reclaman una conciencia acerca de la relación de sus verdades con la realidad cuyo contenido parcial son, así como la relación con otras verdades que, lo mismo que ellas, han sido abstraídas de esta realidad, y sólo semejante conciencia podrá prestar a sus conceptos plena claridad y a sus proposiciones una evidencia total. De estas premisas deriva la misión de desarrollar un fundamento gnoseológico de las ciencias del espíritu, y luego, la de utilizar el recurso así creado para determinar la conexión interna de las ciencias particulares del espíritu, las fronteras dentro de las cuales es posible en cada una de ellas el conocimiento, y la relación recíproca de sus verdades. La solución de esta tarea podría designarse como crítica de la razón histórica, es decir, de la capacidad del hombre para conocerse a sí mismo y a la sociedad y la historia creadas por él"

lunes, 16 de septiembre de 2013

Continuando por el sendero

Esta obra es una de mis acuarelas. Uno de mis mayores aspiraciones es la de ser pintor artístico. Ya hice exposiciones en cuatro salas. Conseguí vender obras de arte a personas relacionadas con el mundo del arte. Espero que dentro de unos años, después de que termine de estudiar logre que mi nombre esté relacionado con el mundo del arte. Mientras tanto me conformaré con pintar aquello que me gusta y me hace sentir bien.

domingo, 8 de septiembre de 2013

IMPRESIONISMO

En primer lugar, hay que hacer la precisión de que el impresionismo es estrictamente una escuela pictórica que se da en Francia. Aunque haya una tendencia a calificar como impresionistas a toda una serie de pintores de otros países, contemporáneos o posteriores a dicho movimiento, la realidad es que, "ni las intenciones ni la técnica se asimilan perfectamente a la del grupo parisiense, único, que puede llevar de modo idóneo el calificativo de impresionista". Hecha esta salvedad, a modo de aclaración, pasemos a ver cómo se originó dicho movimiento, sus premisas y su historia.
Aunque el realismo había supuesto un gran avance en la representación de la vida moderna, siguió, sin embargo, apegado a la pintura de taller y sus tradicionales contrastes de luces y sombras. Será la generación siguiente la que, aspirando a una pintura más clara y aérea, intentando captar los aspectos fugitivos de la naturaleza, produzca una de las revoluciones más importantes en la historia de la pintura. Esta concluyó en un nuevo modo de ver, en una renovación de la visión pictórica. Así, el impresionismo no sólo renovó los procedimientos técnicos de la pintura, sino también nuestra visión del mundo exterior.
Aunque supuso una reacción contra el realismo, rehusó, al igual que este, los temas académicos tradicionales de clásicos y románticos, centrando también su interés en la representación de la vida moderna. Pero rechazaron la tradicional práctica de la pintura en el taller para reivindicar la pintura al aire libre, lo que ha dado origen al término plenairsimo. Esta misma práctica trajo como consecuencia el rechazo de la pintura oscura y bituminosa, en que el negro jugaba papel fundamental para alcanzar una pintura <<clara>>, sin sombras negras, porque en la naturaleza, todas las sombras son transparentes y coloreadas, llenas de reflejos. Como igualmente supuso el tomar conciencia de que la forma y los colores de los objetos no son constantes, que varían según el grado de luminosidad, que la luz renueva sin cesar el espectáculo de las cosas, con lo que el sujeto del cuadro resulta un tanto indiferente en favor de la luz que lo transfigura.
Se trata, por tanto, de una concepción pictórica del mundo exterior totalmente nueva, en la que las figuras y los objetos pierden toda la consistencia y materialidad que les había proporcionado la práctica pictórica desde el Renacimiento, viéndose la naturaleza como una sucesión de apariencias, como una secuencia inestable, fluida y en movimiento, como un perpetuo devenir. Esto se tradujo en la práctica en una técnica pictórica que utiliza las pinceladas yuxtapuestas de tonos puros, formando una estructura de toques de color, en la que el negro o bien es radicalmente suprimido o se reduce al mínimo.
El Impresionismo no conformó una escuela, ni fueron tampoco muchos los pintores que estrictamente lo practicaron, sino que es una actitud común de determinados artistas ante una serie de problemas pictóricos considerados por ellos esenciales. Estos problemas ya se venían presintiendo desde antes, como vemos en la indiferencia temática de obras de Constable y Turner, en que la luz y su diferente intensidad juegan un papel fundamental. Igualmente presienten, o de alguna forma predicen, lo que habría de venir, pintores como Delacroix, Courbet y Corot, pero sobre todo Daumier, Millet y la Escuela de Barbizon.

viernes, 30 de agosto de 2013

La filosofía desde sus orígenes al final de la Edad Media

La filosofía surge en Grecia, aproximadamente en los comienzos del siglo VI a.C. Como el resto de las culturas antiguas, la cultura griega se asentaba en el Mito, transmitido y enseñado por los poetas, educadores del pueblo, especialmente Homero y Hesíodo. A través de complejas narraciones y doctrinas sobre los dioses y los hombres, sobre las fuerzas que intervienen activamente en los acontecimientos cósmicos y humanos, el mito ofrecía respuestas orientadoras acerca de la naturaleza y destino del ser humano, acerca del origen y las normas de la sociedad en que el individuo humano se halla inserto y acerca del surgimiento y estructura del Cosmos. En los albores del siglo VI a. C y en consonancia con hondas transformaciones de carácter cultural y social, las inteligencias más despiertas sintieron la necesidad de sustituir las explicaciones míticas por otro tipo de explicación justificada de un modo racional.
Surgió así la Filosofía como intento de racionalizar la interpretación del hombre y del Universo, de las relaciones de los hombres entre sí y de éstos con la naturaleza. Si el Mito se caracterizaba por ofrecer respuestas a todos los enigmas fundamentales capaces de inquietar al hombre, la filosofía se caracterizó también por la radicalidad de sus planteamientos. La actitud filosófica es radical en un doble sentido: en cuanto sus cuestiones alcanzan a la totalidad de lo real y en cuanto que pretende llegar a los principios explicativos últimos de lo real. Desde su surgimiento, la Filosofía como actitud crítica y racionalizadora ha constituido un elemento esencial -si no el elemento esencial- dinamizador de nuestra cultura.
La historia de la filosofía desde sus orígenes hasta el final de la Edad Media, es un amplio período histórico de veinte siglos en que cabría distinguir, a su vez, dos períodos o ciclos distintos: el correspondiente a la Edad Antigua y el correspondiente a la Edad Media. Esta subdivisión es, sin duda, legítima. Sin embargo, existen razones de carácter histórico y cultural que permiten considerar a ambos períodos como pertenecientes a un único ciclo filosófico. En primer lugar, considérense las relaciones entre el Cristianismo y la filosofía griega. De una parte, la asimilación de la filosofía griega por el cristianismo tiene lugar en la Edad Antigua: cuando El Imperio Romano se derrumba definitivamente, el pensamiento cristiano de orientación griega, platónica, había conseguido ya una implantación definitiva que culmina en la obra de S. Agustín. De otra parte, la Edad Media prolonga y desarrolla esta actitud asimiladora de la filosofía griega por parte de los pensadores cristianos: como tendremos ocasión de comprobar, el pensamiento Medieval se expresa a través de esquemas y conceptos griegos. En segundo lugar, ha de tenerse en cuenta el carácter específico del pensamiento del siglo XIV, es decir, del final de la Edad Media: la crítica desplegada en el siglo XIV contra los sistemas filosóficos medievales es, en realidad, una crítica dirigida contra los esquemas y conceptos griegos asimilados por el pensamiento cristiano e incorporados a éste desde la Edad Antigua y a lo largo de la Edad Media. El siglo XIV marca una reacción radical contra las bases griegas del pensamiento de los siglos anteriores. Es cierto que el Renacimiento verá un resurgir de los sistemas filosóficos griegos, pero este resurgir -coyuntural, por lo demás- traerá consigo una interpretación de la filosofía griega de signo muy distinto de la interpretación medieval de la misma.
Las dos fuerzas que más radicalemente informan nuestra cultura son la filosofía Griega y el Cristianismo. Hoy podemos ser griegos o antigriegos, cristianos o anticristianos, pero en modo alguno podemos ser ni bárbaros ni paganos. El estudio de la Historia del pensamiento occidental mostrará la profunda verdad de esta afirmación.

miércoles, 21 de agosto de 2013

La autosuficiencia de la razón como fuente de conocimiento

Los términos "racionalismo" y "racionalista" son utilizados a menudo no solamente en filosofía, sino también en la lengua y conversación comunes. Si preguntáramos a cualquier persona ajena a la filosofía qué significan estos términos, tal vez nos contestaría que el racionalismo es aquella actitud que confiere una importancia, un valor fundamentales a la razón. Esta definición no es, desde luego, desatinada, pero peca de excesiva generalidad e imprecisión. No basta, en efecto, con indicar vagamente que se confiere a la razón un valor de fundamento, de principio supremo, sino que es necesario establecer qué se entiende por razón y respecto de qué se la considera principio. Lo uno y lo otro solamente puede ser definido si se señala con precisión: a) a qué factores o instancias se niega el rango de principio concedido a la razón (ya que conceder la primacía a un factor implica, obviamente, negársela a otro u otros factores); y b) en qué campo o esfera se concede a la razón el rango de fundamento o principio.
De las observaciones precedentes se deduce con facilidad que cabe hablar de racionalismo en distintos campos o esferas y que en cada una de éstas el término "racionalismo" adquirirá un significado específico y concreto. Consideremos solamente un ejemplo. A menudo se habla de racionalismo religioso. El término "racionalismo" se aplica en este caso a una esfera determinada, la esfera de lo religioso, y viene a significar aquella teoría que concede la primacía a la razón en la fundamentación y formulación de las ideas religiosas, negándosela a los dogmas y a la fe. El racionalismo religioso así entendido pretende construir una religión natural y universal, de la cual queden excluidos todos los dogmas y creencias que no sean estrictamente racionales. Este racionalismo religioso surge ya en el Renacimiento con el Platonismo y se extiende ampliamente durante los siglos XVII y XVIII.
A pesar de que pueda recibir distintas acepciones específicas y aplicarse en esferas distintas, el término "racionalismo" suele utilizarse primordialmente para denominar aquella corriente filosófica del Siglo XVII a la cual pertenecen Descartes y Leibniz, Espinoza y Malebranche. En este caso el racionalismo suele oponerse al empirismo, a la filosofía empirista inglesa del siglo XVIII.
Quizá la mejor forma de entender esta oposición sea referir ambas corrientes a la cuestión del origen del conocimiento. El Empirismo sostendrá que todos nuestros conocimientos proceden, en último término, de los sentidos, de la experiencia sensible. Por su parte, el racionalismo establece que nuestros conocimientos válidos y verdaderos acerca de la realidad proceden no de los sentidos, sino de la razón del entendimiento mismo. En la esfera del conocimiento, la filosofía racionalista del Siglo XVII concede a la razón la principialidad en cuanto fuente y origen de los mismos, negándosela a los sentidos.
Para comprender esta afirmación característica del Racionalismo (nuestros conocimientos válidos y verdaderos acerca de la realidad proceden del entendimiento mismo) es conveniente tener en cuenta el ideal y el método de la ciencia moderna. El ideal de la ciencia moderna es el de un sistema deductivo, en que las leyes se deducen a partir de ciertos principios y conceptos primeros. El problema fundamental consiste en determinar de dónde provienen (y cómo es posible formular) las ideas y principios a partir de los cuales se deduce el cuerpo de las proposiciones, de los teoremas, de la ciencia. Ante este problema no caben más que dos posibles contestaciones: a) los principios, ideas y definiciones, a partir de los cuales se deduce el resto de las proposiciones científicas, provienen de la experiencia sensible, su origen se halla en la información que nos proporcionan los sentidos, y b) su origen no se halla en la experiencia sensible, sino que el entendimiento los posee en sí mismo y por sí mismo.
Esta última es la respuesta del Racionalismo. Las ideas y principios a partir de los cuales se ha de construir deductivamente nuestro conocimiento de la realidad no proceden de la experiencia. Ciertamente los sentidos nos suministran información acerca del Universo, pero esta información es confusa y a menudo incierta. Los elementos últimos de que ha de partir el conocimiento científico, las ideas claras y precisas que han de constituir el punto de partida no proceden de la experiencia, sino del entendimiento que las posee en sí mismo. Esta teoría racionalista acerca del origen de las ideas se denomina innatismo, ya que sostiene que hay ideas innatas, connaturales al entendimiento, que no son generalizaciones a partir de la experiencia sensible. Dos son por tanto, las afirmaciones fundamentales del Racionalismo acerca del conocimiento: en primer lugar, que nuestro conocimiento acerca de la realidad puede ser construido deductivamente a partir de ciertas ideas y principios evidentes; en segundo lugar, que estas ideas y principios son innatos al entendimiento, que éste los posee en sí mismo al margen de toda la experiencia sensible.

sábado, 17 de agosto de 2013

De los prejuicios de los filósofos

La voluntad de verdad, que todavía nos seducirá a correr más de un riesgo, esa famosa veracidad de la que todos los filósofos han hablado hasta ahora con veneración: ¡qué preguntas nos ha propuesto ya esa voluntad de verdad! ¡Qué extrañas, perversas, problemáticas preguntas! Es una historia ya larga, - ¿y no parece, sin embargo, que apenas acaba de iniciarse? ¿puede extrañar el que nosotros acabemos haciéndonos desconfiados, perdiendo la paciencia y dándonos la vuelta impacientes? ¿El que también nosotros, por nuestra parte, aprendamos de esa esfinge a preguntar? ¿Quién es propiamente el que aquí hace preguntas? ¿Qué cosa existente en nosotros es la que aspira propiamente a la <<verdad>>? - De hecho hemos estado detenidos durante largo tiempo ante la pregunta que interroga por la causa de ese querer, - hasta que hemos acabado deteniéndonos del todo ante una pregunta más radical aún. Hemos preguntado por el valor de esa voluntad. Suponiendo que nosotros queramos la verdad: ¿por qué no, más bien, la no-verdad? ¿Y la incertidumbre? ¿Y aún la ignorancia? - El problema del valor de la verdad se plantó delante de nosotros, - ¿o fuimos nosotros quienes nos plantamos delante del problema? ¿Quién de nosotros es aquí Edipo? ¿Quién Esfinge? Es éste, a lo que parece, un lugar donde preguntas y signos de interrogación se dan cita. - ¿Y se creería que a nosotros quiere parecernos, en última instancia, que el problema no ha sido planteado nunca hasta ahora, - que ha sido visto, afrontado, osado por vez primera por nosotros? Pues en él hay un riesgo, y acaso no exista ninguno mayor.

jueves, 4 de abril de 2013

UN POCO SOBRE ARTE

Para mí la técnica debe de estar siempre al servicio de la idea. Es de vital importancia comunicar los sentimientos, emociones del artista. La técnica se transforma en un impedimento hacia la profundización luminiscente de las emociones y sentimientos. La similitud de la obra con la estructura que plasmamos se desarrolla dentro de un plano de igualdad jerarquizada. Reversible en algunos casos. Lo análogo es un proceso de fluidez; un punto de encuentro entre obra y artista.
Los procesos rítmicos son imprescindibles. Una rítmica aplicada, un conocimiento del cromatismo, una estructuración adecuada y una temática que acerque al observador con el creador.
Toda idea de creación debe ser objetiva en unos momentos de la creación y subjetiva en otros.
El pintor es un labrador, un cantero de las ideas; un matemático con una serie de ecuaciones desarrolladas y otras que quedan por desarrollar. Un ser con unas manos ágiles. Unos dedos que hacen que los pinceles acaricien la tela o papel. Siempre escapando de lo científico para aproximarse a lo metafísico.
La composición la encontramos en una estrella...pintar...estudiar la naturaleza del entorno con el alma, no con la cabeza solamente. Que quiero decir que la estructura la encontramos en una estrella por sus puntos cardinales (rosa de los vientos). Está demostrado que en la antigua escritura mesopotámica. Entre el Tigris y el Eufrates eclosionó "la semilla", relacionando así la pictografía  con los objetos reales; poco a poco el análisis va separando lo representado.
Salvador Dalí decía: "Todo se encuentra en los genes". No se puede decir que estuviese equivocado mi querido acompañante de delírios cromáticos. Lo que no va en los genes es la cultura. Debemos tener en cuenta que la visión humana es limitada. Al pintar, el movimiento del pincel debe procurarse que sea circular.
¡Hay que rizar el rizo!
El cabello que Henry Mattise guardaba y aplicaba con sus pinceles a sus lienzos, tablillas. El paralelismo que encontramos entre la mar y la naturaleza. "La chica con los cabellos de lino" (Debussy)formando parte de la contemplación y la acción, sin ninguna división. Como decía un gran músico e intelectual: "- Creo que el arte se aprende; pero no se puede enseñar". Manuel de Falla. Una gran cantidad de dibujos desenbocando en un océano de obras de arte. Un artista, es aquel que sigue jugando como un niño, pinta o crea con un gran tesón y entusiasmo. Se mancha en gradaciones y degradaciones cromáticas. Una persona que tal vez, sólo tal vez... Se sumerja, profundice e indague en la periferia pluricultural de un modo metafísico. Que tal vez... Solo tal vez sea el arte. El arte ya se encontraba entre nosotros antes que el homo sapiens. Las cuevas de Chauvet en Francia. Las cuevas de Altamira en España, son pertenecientes a los períodos glaciares.
Son una demostración del poder imaginativo e inventivo. Una técnica que no deja de asombrar. La capacidad de crear los pigmentos y plasmar los animales que se encontraban en sus cacerías. Gracias a los artistas hoy podemos tener una mayor comprensión de las civilizaciones de otro tiempo.
El arte, bajo mi punto de vista es necesario en más de un aspecto vital. Muestra quienes somos, la evolución socio-cultural. Una continua pujanza de crear lo que vemos en nuestro entorno o lo que está en nuestro subconsciente. La capacidad de crear es un estímulo cerebral, algo necesario para que continúe la evolución cultural. Cada País, cultura, religión crean sus propias representaciones con las cuales guardan un vínculo.
Las Bellas Artes no se encuentran únicamente en las instituciones. No obstante, observando las diferentes tendencias, descubrimos que las que más han influido e influyen son las creadas por artistas bohemios y en muchos casos autodidactas. Por supuesto que la técnica y el estudio no carecen de importancia para la verdadera creación artística. Nos gusta encontrarnos con algo nuevo, diferente de lo ya hecho. Algo renovador, evocador; que posea su frescor y una fluidez dentro de la creatividad. Una verdadera pujanza personal y social. Es importante saber observar en una obra pictórica lo que nos quiere decir el artista.
Algunos artistas se echan a perder por el dinero. Miremos hacia donde miremos encontraremos artistas cuya avaricia están condenando a su persona y al mundo de las bellas artes.
Yo bailaré, dibujaré, pintaré, a pesar de no tener fama rimaré y seguiré pintando lo que me guste y mi instinto y razón dictaminen. Un gran paso se da a partir de dar muchos pasos pequeños.
Lo bueno no se vive demasiadas veces, por ello debemos saber aprovechar los buenos momentos.
Tener en cuenta que nuestras experiencias son limitadas. Todos tenemos un don artístico. Las ideas son las que dan forma al artista.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Un poco sobre arte y algo más...

Para mí, bajo mi punto de vista el arte es de gran importancia en la existencia humana. Es un modo de mostrar nuestra naturaleza y una pujanza de la vida. Primero debemos observar el entorno e incluso nuestro interior. Podemos hacer una tesis comparativa de lo que estamos creando. Un análisis en toda regla. La técnica al servicio de la idea. Yo, por supuesto no pinto por dinero. He vendido una docena de obras a lo largo de toda mi carrera artística. No puedo negar que me gustaría que fuesen apreciadas mis obras. Desde luego he pintado diferentes tendencias. Bajo diferentes estados de ánimo. Ahora que ya me pueden considerar "loco" oficialmente, bohemio y extravagante es cuando menos me estoy dedicando al mundo de la pintura. Tengo escritos (miscelaneas)sobre el arte y sobre mis estados anímicos. Yo soy y siempre he sido una persona que utiliza mucho el instinto. En algunos de mis lienzos se puede dar cuenta cualquier crítico de arte que utilizo mucho el instinto y que soy muy impulsivo. Cuando pinto disfruto como un niño pequeño. No me gusta que vinculen el mundo de las drogas a mi pintura. He consumido drogas y de vez en cuando las sigo consumiendo; pero para pintar no me va eso de estar "drogado". Me gusta fumar marihuana y tomarme un Jack Daniel`s de vez en cuando. A lo largo de mi vida siempre he buscado y conseguido un recurso para sobrevivir. Ahora tengo ya 40 años y he asentado más la cabeza. Me da igual lo que las personas piensen de mi persona. Soy como soy... He vivido situaciones de lo más variopintas. En un pasado he recorrido centro-Europa. Vivido con Serbios, Albaneses, italianos/as. Practiqué el sexo con chicas de muchos países. No es que sea un Don Juan; pero si puedo decir que me he acostado con mujeres de diferentes países y modos de pensar. Me gustaría escribir una tesis sobre el arte del siglo XX y comienzos del XXI. No obstante ya tengo ciertos escritos; pero el problema es que tengo que organizar los escritos. Ante todo intento ser feliz. A veces no tengo a donde huir. Será que por mis pecados sigo preso. Mi adolescencia ha sido muy turbulenta. Recuerdo con claridad que me atrevía a todo. No tenía miedo a nada ni a nadie. Hoy día soy más prudente. Procuro no meterme en donde no me llaman. Desde que he leído "ética a Nicómaco" de Aristóteles a cambiado mucho mi concepto del mundo de la filosofía. Siempre había sido Nietzsche mi filósofo preferido. Me consideraba un vitalista existencialista. Hoy me considero una persona que a cogido un poco de aquí y otro poco de allá. He leído las tesis y después la antítesis para llegar a la síntesis. Se que me queda mucho que aprender. A veces me da la sensación de estar en la cueva platónica. He salido de la cueva y el sol me ha cegado temporalmente. Tengo la mayoría de los escritos a medio hacer. Debería organizarlos; pero estoy en un momento de la vida un tanto extraño. La verdad es que cuando tenía veinte años nunca pensaba en el futuro que actualmente es presente. He fumado tantos porros que todavía me sigue saliendo humo del cerebro. En mi biografía cuento más detalladamente como ha sido mi infancia y mi adolescencia. Como he dicho un tanto turbulenta. El mundo de las drogas y la guerra de bandas. Nos considerábamos unos guerreros. Por supuesto teníamos nuestro propio código de honor. A mí siempre me consideraban como una persona conocedora de la literatura y de la psicología. Ejercía de mediador en algunos de los conflictos. Cuando pienso en ciertos momentos del pasado tengo la sensación de estar ajeno a lo que hemos pasado. Cualquier persona que me conozca en la actualidad nunca pensaría que yo he sido un traficante de hachix. Nunca quise vender drogas duras aún teniendo la oportunidad de hacerlo y quitar un buen beneficio. Ahora tengo los cuarenta años y me encuentro sin pareja y sin amigos. La vida a cambiado mucho, y no solamente para mí, sino que para todos. En parte me gustaría encontrar una mujer que me comprendiera, por otra parte se que es un compromiso y que incluso puede ser una carga. Por lo que veo, muchas parejas terminan mal. En muchos casos es por cuestión económica. Desde luego, si vuelvo encontrar una mujer que me comprenda haré lo que pueda para hacerla feliz.

viernes, 1 de febrero de 2013

Un poema beat

¿Son estos nuestros amigos? Recorriendo nuevos senderos y estremeciéndose por tranquilos valles desde donde se divisa un hermosa filmamento. Mi hijo no morirá en la guerra, se que volverá, escucho la voz de un campesino numerado, la de un pescador de Oriente. La última vez me dijeron que esta era la única manera. Escucho la voz de una muchacha soprano. Corriendo y hablando por las junglas infectadas. Consulto al oráculo, amargo riachuelo, arrástrate, viven del agua de lluvia. Amor de mono, compañero de mefistófeles, fabricante de brandy. Las islas del veneno, el veneno... Recuerdo la institución mental, el expreso de medianoche debía de pasar. Encerrado como un animal. A veces se podían escuchar notas musicales. Otras los lamentos de un enfermo degenerativo. Un buen día penetré en un profundo sueño, el de huír de esas cuatro paredes que oprimian mi corazón sin parar. Colinas lejanas me aguardaban, allí, en el perímetro no hay estrellas. Llegó el día, pero elegí la noche, partí hacia el horizonte donde el silencio reina eternamente. Ahora puedo ver el límpido cielo. Ahora estoy tranquilo.